¿Un Adolescente en casa? lee esta carta

Querida Mamá,

Querido Papá,

Adolescente confundido

Ésta es la carta que yo quisiera poder escribirte. En este momento estamos en una lucha, una lucha compuesta de peleas, silencios, reclamos. Yo necesito esta lucha. No te lo puedo explicar mejor porque no tengo palabras para hacerlo y si te lo explicase, no tendría sentido alguno. Pero necesito esta lucha, la necesito desesperadamente. Necesito odiarte ahora y necesito que tú sobrevivas a mi odio y a la rabia que te hago sentir. Necesito esta lucha aunque la odio a ella también. No importa de qué se trate: mi hora de llegada, los deberes, la ropa sucia, mi cuarto desordenado, el móvil, el salir, el quedarme en casa, mi novio, mi novia, no tener amigos, tenerlos y que sean mala influencia. No importa el tema, yo necesito luchar contigo y necesito que tú reacciones a ello y te enfrentes conmigo.

Desesperadamente necesito que sostengas el otro lado de la cuerda, que la sostengas con fuerza mientras encuentro como sostenerme en este nuevo mundo en el que siento estoy entrando. Antes yo sabía quien era, quien eras tú, quienes éramos “nosotros”, pero ahora no lo sé. Ahora estoy buscando mis contornos y a veces la única forma de encontrarlos es provocándote. Cuando empujo todo lo que soy capaz,  encuentro mi contorno, tropiezo con un límite y es ahí donde siento que existo y por un minuto puedo respirar. Sé que añoras el niño(a) que fui, y a veces tu añoranza es demasiado dolorosa para mí ahora.

Yo necesito esta lucha y necesito ver que no importa lo malos o grandes que sean mis sentimientos, a tí, no te van a destruir. Necesito que me quieras aun en mis peores momentos, aun cuando parece que yo no te quiera a tí. Necesito que te ames y me ames por los dos ahora. Sé que es horrible que te etiquete de malo. Yo me siento de la misma manera por dentro, pero yo necesito que tú lo toleres y que busques la ayuda de otros adultos, porque yo no puedo ahora. Si quieres reunirte con todos tus amigos y tener una reunión  “sobreviviendo a mi hijo adolescente” está bien;  si necesitas hablar a mis espaldas, no me importa. Sólo no me des por perdido. No te rindas en esta lucha; la necesito.

Esta es la lucha que me enseñará que mi sombra no es más grande que mi luz. Esta lucha me enseñará que los sentimientos malos u oscuros no significan el término de una relación. Esta lucha me enseñará a escucharme, aun cuando pudiera decepcionar a los demás. Y esta lucha en particular llegará a su fin. Como cualquier tormenta, se calmará. Y yo olvidaré y tu olvidarás. Y regresaré. Y yo necesitaré que tú tomes la cuerda de nuevo. Yo te necesitaré a ti del otro lado cuando esto termine,  por muchos años.

Sé que no hay satisfacción inherente en este trabajo tuyo de ser padre, y lo más seguro es que yo no te agradeceré por hacerlo o que recibas  reconocimiento por mi parte. Muy por el contrario probablemente te criticaré por todo el trabajo difícil que realizas y me parecerá que nada de lo que hagas es suficiente; y aun así cuento enteramente en tu habilidad de mantener esta lucha. NO importa cuanto te discuta. NO importa cuanto te insulte. No importa qué tan silenciosa sea esta lucha.

Por favor no sueltes el otro lado de la cuerda; no dudes que estás haciendo el trabajo más importante que alguien pudiera hacer para mí en este momento.

Con amor, Tu adolescente.

Otras lecturas

No hay nada más difícil que decir NO.  Es lo que un adolescente necesita y busca: límites bien definidos. Antes de la adolescencia, raro es el chaval que discute los límites hasta el límite :-),  enfrentándose a sus padres. Un buen día, la no aceptación de los mismos te puede dejar fuera de juego.

Además de la carta y el consuelo que ésta brinda (hay que mantener las posiciones contra viento y marea) estas lecturas me han ayudado,

1) “Cómo hablar para que los adolescentes le escuchen y escuchar para que los adolescentes le hablen” Adele Faber y Elaine Mazlish. Ed.Mediki.

2) “El talento de los adolescentes” Jose Antonio Marina. Ed.Ariel.

3) “Mejor educados” Gregorio Luri. Ed.Ariel.

Felicidad no es sinónimo de facilidad, es sinónimo de conseguir objetivos con esfuerzo y tesón. Con todo mi cariño, para mentes inquietas farmalistas con hijos adolescentes.

Carmen Torres Vila
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